Retomam as FARC e o governo colombiano os diálogos de paz

Paula y Magaly: Flores de Primavera. Crónica del 10 de Febrero.

Domingo, 13 Enero 2013 01:46. | Por Samuel Pardo, guerrillero del Frente 36 de las FARC-EP. | |    Share.

Hoy las recuerdo y les rindo un sentido homenaje, a Paula Andrea Ospina y Magaly Betancur, las flores de primavera, luchadoras incansables por los cambios sociales, amorosas e incondicionales heroínas estudiantiles del pueblo. Por situaciones como las vividas por ellas y otros miles de hombres y mujeres luchadores populares, por causa de ese terrorismo de Estado aplicado sistemática y frívolamente, es que hoy empuñamos con decisión y arrojo las armas en contra del régimen que ha segado la vida de miles de jóvenes colombianos que claman por la justicia social.

Paula y Magaly: Flores de Primavera. Crónica del 10 de Febrero.

El 10 de Febrero del año 2013, se cumplirán 8 años de aquella histórica mañana en que nuevamente se juntarían y amasijarían las luchas y resistencias de los diversos sectores populares en contra de la profundización del modelo neoliberal.

Para el 10 del segundo mes de ese año 2005, las centrales obreras y sindicales del país habían convocado a nivel nacional una jornada de protesta en contra del TLC. Tal como se esperaba el pueblo respondió al llamado y se movilizó en toda Colombia. Los sectores estudiantiles veníamos de arduas y ejemplificantes luchas en contra del ALCA y otras aberrantes propuestas de profundización de la dependencia económica y entrega de la soberanía nacional; habíamos vivido en los meses previos gigantescas jornadas de movilización en favor de la defensa de la educación pública y contra la militarización de la universidad y la sociedad colombiana en general; además, nos encontrábamos en una lucha continua y permanente contra el discurso que desde la presidencia, mentirosamente se esforzaba en presentar la confrontación militar, en su llamada lucha contra el terrorismo, como la tabla de salvación a los graves e históricos problemas en Colombia.

Nosotros habíamos vivido en carne propia el terrorismo de Estado que representaba ese discurso, y aún permanecían frescas en la memoria de la juventud rebelde paisa, las imágenes de la Operación Orión, en la que presenciamos con estupor y rabia, los helicópteros de las fuerzas militares de la oligarquía ametrallando barrios y comunas enteras. La jornada del 10-F prometía combatividad y beligerancia.

Los sectores estudiantiles y populares de Colombia amamos la paz y clamamos por ella, pero también estamos preparados para la pelea. Y como conocemos suficientemente y a través de la historia que para los sectores dominantes la violencia y el terrorismo son la primera opción, prepararse para la pelea y el combate contra el régimen en Colombia no es una elección de los sectores desposeídos, sino una urgencia y necesidad. Así lo asumimos, responsable y dignamente quienes anhelamos cambios profundos en nuestra patria.

Por eso, la pelea estaba preparada ese día; para nosotros sí como una última opción, después de que nos viéramos agredidos por las fuerzas oficiales como siempre ocurría. Pero de todas formas preparada y planificada. Es la experiencia acumulada de las luchas históricas del pueblo colombiano. La mañana estaba fría y agitada.

El piso aún permanecía mojado de lluvia de la noche anterior y formaba una especia de rocío con el sol que apenas asomaba tímido entre las nubes. Ya habían pasado las 11 de la mañana, yo fumaba un cigarro en la cancha de la Universidad de Antioquia mientras las esperaba… El ESMAD había pasado claramente del control a la represión y la pelea era inminente. Por azarosas cuestiones del destino me correspondió ese día, para aportarle a la construcción de una Colombia con justicia social, estar al lado de ellas en mi modesto lugar de lucha.

Paula y Magaly llegaron como siempre con una amplia sonrisa en sus rostros. Ambas eran estudiantes de la universidad nacional, de ciencia política e ingeniería respectivamente. Tenían entre los 19 y 20 años, jóvenes con mucha esperanza de cambiar el país e infinitas fuerzas y deseos por construir proyectos colectivos. Provenían de la clase media, pero habían tenido la posibilidad de conocer las injusticias que reinan en nuestro país, y desde ese momento, decididas a luchar por la superación de las causas que generan la miseria y la exclusión, habían abrazado fervorosamente la defensa de los intereses populares.

Paula era extrovertida y sagaz. Maga era seria, inteligentísima, un verdadero genio. Aunque parecía haber una diferencia enorme entre las dos por sus formas de ser, como bien lo evidenciaban sus tendencias académicas, esto era apenas una apariencia pues las unía indudablemente el amor al pueblo desposeído, la conciencia social, la esperanza de una Colombia Nueva, y por eso, no habían dudado ni un momento en acudir ese día al llamado de la movilización y la lucha popular.

Apenas nos encontramos nos fundimos en un gran abrazo, y hasta hicimos chistes y nos reímos, porque la alegría de sus rebeldías era así, irreverente, renovadora, enérgica… A los tres nos correspondía estar en el Pasillo del Bloque 1 de la Universidad, cercano a la entrada donde se realizaba la protesta, y como queda en el  extremo opuesto de donde nos encontrábamos, nos apresuramos para llegar al sitio y tomar  nuestros puestos en la pelea. Las indicaciones habían sido completamente claras: debíamos permanecer los tres juntos hasta el final.

La pelea había comenzado. Gente corría para aquí y para allá. Iban y volvían. Algunos corrían con carretas llenas de piedras para repartir entre la gente. Otros pasaban por las tiendas recogiendo botellas y cuanta cosa pudiera tirarse a la policía. Del edificio administrativo salían los funcionarios corriendo despavoridos al ver a las masas populares en tan “bochornoso escándalo”. Profesores que aún se encontraban en las aulas invitaban a sus alumnos a sumarse a la defensa de sus derechos.

Cientos de almas gritaban, unidas en la rabia cuando la policía intentaba meterse a la universidad; y lloraban de felicidad cuando el ímpetu de otros cientos que los acompañaban en su lucha hacían replegar por la fuerza creadora del pueblo a los verdugos que intentaban convertir el alma mater en campo de sangre. Otros corrían para traer leche al compañero que encorvado yacía en el piso asfixiado por los gases lacrimógenos que inundaban la plazoleta central y sus adyacencias.

Paula me decía: “Mire compañero lo bonita que es la lucha, mire la alegría con la que pelean”, y nosotros tres, las dos flores de primavera y yo, ahí en el lugar que nos correspondía estar del Bloque 1, saltábamos, gritábamos, reíamos, llorábamos, nos abrazábamos, y moríamos al compás de nuestro pueblo que también lo hacía… A las 12:10, después de casi una hora de pelea, una fuerte explosión, mayor que todas las que se habían escuchado con anterioridad, sacudió la universidad.

Yo la verdad, no pude escuchar nada. Sentí un fogonazo y ambos tímpanos se perforaron inmediatamente con la onda expansiva, por lo cual comencé a escuchar un pitido perpetuo en mi cabeza. Desde el momento en que vi la chispa inicial a mi izquierda, sentía como si a mi cuerpo lo invadiera una fuerte descarga eléctrica que no me dejaba reaccionar. Sabía perfectamente lo que estaba pasando y nunca perdí la conciencia. (Solo la perdí en el momento en el que el médico en el Hospital Universitario gritó: “Morfinaaaa”). Cuando pude finalmente moverme me encontraba como a unos 5 metros de mi posición inicial. Me paré y me miré.

Toda mi ropa se había quemado y estaba en ropa interior. Algún pedazo del jean que aún quedaba se confundía con la piel chamuscada de mi muslo derecho. El pitido en mis oídos era desesperante y solo veía sombras corriendo, como en cámara lenta. Aún tenía partes de la camisa prendidas. Me las arranqué y cuando me miré las manos, me di cuenta que las tenía casi totalmente en carne viva y la piel quemada colgando alrededor. Todo era gris y olía a pólvora. Cuando el humo se fue las ví ahí, tiradas. Corrí hacia ellas, les hablé y pude ver que estaban vivas. Las vi muy mal. Comenzó a llegar gente para montarlas en camillas, y apenas las montaron yo arranqué a correr por mis propios medios para la enfermería.

Los heridos comenzaron a llegar a la enfermería para ser atendidos y posteriormente remitidos en grupos para el Hospital Universitario, donde ya estaba la policía esperándolos. Nadie olvidará a los estudiantes heridos y quemados saliendo de la enfermería de la UdeA con los puños en alto, significando que nada había acabado, que esto apenas estaba por comenzar.

Ocho días después me enteré de su muerte por televisión. Habíamos sido separados de habitaciones dos días antes. Ambas murieron el mismo día. Nadie quería decírmelo, pero mientras me encontraba postrado en una cama recuperándome de mis graves quemaduras, me encontré con la noticia el día 18 de febrero en la emisión del mediodía del noticiero. Lloré dentro de mi máscara de momia que me cubría las heridas del rostro.

Hoy las recuerdo y les rindo un sentido homenaje, a Paula Andrea Ospina y Magaly Betancur, las flores de primavera, luchadoras incansables por los cambios sociales, amorosas e incondicionales heroínas estudiantiles del pueblo. Por situaciones como las vividas por ellas y otros miles de hombres y mujeres luchadores populares, por causa de ese terrorismo de Estado aplicado sistemática y frívolamente, es que hoy empuñamos con decisión y arrojo las armas en contra del régimen que ha segado la vida de miles de jóvenes colombianos que claman por la justicia social. Junto con ellas recordamos a compañeros como Gustavo Marulanda y Martín Hernández Gaviria asesinados por los paramilitares en Medellín. Recordamos también a los Prisioneros Políticos y de Guerra, porque por ellos también es nuestra pelea. A ellas y ellos siempre las recordaremos peleando. Con ellas y ellos a construir la Nueva Colombia. Por ellas, ni un minuto de silencio, toda una vida de combate.

Habla el guerrillero Olmedo Ruiz de las FARC: “Queremos una Colombia en paz”

13:57

Escrito por Maylín Vidal, Prensa Latina *

Olmedo Ruiz, del Frente 36 de las FARC

La Habana (PL) Subió a las selvas colombianas con apenas 16 años, víctima de la exclusión, la miseria y la pobreza, y allí, como guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) ha vivido más de tres décadas.

http://www.anncol.eu/index.php/colombia/insurgencia/farc-ep/1328-ene-11-habla-el-guerrillero-olmedo-ruiz-de-las-farc-queremos-una-colombia-en-paz

Hoy Olmedo Ruiz es el segundo comandante del Frente 36 del bloque Iván Ríos y está en La Habana para intentar buscar la paz en su país junto a sus compañeros en la mesa de diálogos con el gobierno de Juan Manuel Santos.

Convertido en uno de los estrategas militares de esa fuerza insurgente, los años de guerrillero, en el monte, entre balas, lo han fortalecido y convencido de que luchar “es la única alternativa para conquistar una paz con justicia social”.

Hijo de campesinos, Olmedo Ruiz conversó en exclusiva con Prensa Latina sobre su vida, sus miedos, sus sueños:

PL: Cuénteme de sus inicios en la guerrilla, cómo llegó a ella, por qué decidió este camino.

OR: Mi llegada a las FARC obedece a las mismas circunstancias que ha vivido el país durante muchos años, donde hay muchas dificultades, pobreza, exclusión, donde los jóvenes no tienen alternativa de vida, donde el futuro es bastante oscuro y se les niega a todos los derechos.

Estos problemas hacen que al interior de los jóvenes -quienes son los que más deciden tomar las armas-, se generen resentimientos y rebeldía con respecto a lo que se les viene encima. Así se entra a la organización, con la idea de buscar un país diferente y construir una sociedad distinta para todos los colombianos.

Cuando llegamos a las FARC no tenemos mucha conciencia social pero la guerrilla, que es una organización política militar, se inspira en el pensamiento del libertador Simón Bolívar, en las ideas marxista-leninistas, nos va aclarando más la realidad y hacemos conciencia de clase y sentido de pertenencia. Eso nos conduce a volvernos más optimistas con respecto a la lucha que estamos librando.

A través de esa filosofía y de la misma realidad que vivimos sabemos que la única alternativa es luchar para conquistar una paz con justicia social. La mayoría de los jóvenes que se unen a las FARC vienen frustrados, otros llegan con nivel de conciencia, han tratado de buscar un espacio para la lucha política y se les ha cerrado.

Estamos hablando de un régimen con una oligarquía sanguinaria que ha gobernado al país a través de la intimidación, que ha cerrado los espacios a la oposición política y, además, es culpable de la violencia de los latifundistas contra los campesinos.

PL: ¿Cómo es la vida en la guerrilla?

OR: La vida en la guerrilla es muy familiar, hay cohesión, respeto, una lucha permanente por ir construyendo el hombre nuevo. Existe una transformación en la mente de cada uno de nosotros y en esa misma vida nos esforzamos por ir quitándonos los vicios y antivalores que el mismo sistema capitalista genera en la sociedad: el egoísmo, el individualismo, el de sálvese quien pueda.

Aquí hay espíritu de compañerismo, luchamos por la verdad y la franqueza, por la ayuda recíproca. Nosotros estamos enfrentados a las mismas circunstancias, no hay exclusión, los riesgos los asumimos todos los combatientes.

Nos toca pasar por los mismos momentos difíciles: si hay hambre, hay hambre para todos, si hay momentos alegres, todos los disfrutamos, si tenemos la pérdida de un compañero lo sentimos, si hay un triunfo, lo celebramos, llevamos el mismo dolor porque tenemos las mismas aspiraciones y sueños; somos hijos de pobres, campesinos, obreros, enfrentados a un mismo sistema, productos de ese mismo sistema.

PL: Usted es el segundo al mando del Frente 36 de las FARC. Como estratega militar, ¿cuál ha sido el momento más complicado que ha tenido que enfrentar?

OR: En la lucha guerrillera casi todos los momentos son difíciles; no es fácil enfrentarse a un enemigo que también está armado, con experiencia, que sabe traquearnos, que nos hace emboscadas, pero siempre hay momentos más complejos que otros.

Por ejemplo, uno de los más difíciles fue el inicio del Plan Patriota. Anteriormente habían operaciones militares y al término de tres meses pasaban. Cuando llega este Plan, se extiende en el tiempo y se inicia con el bloqueo económico.

Estábamos en una región con enfermedades complicadas como el paludismo, la leishmaniasis, nos bloquearon la posibilidad de atender a los enfermos, el abastecimiento, el ejército desplazó a los campesinos, nosotros nos quedamos enfrentados al enemigo.

No son operaciones de tres y cuatro meses sino permanentes, ahí  todo se hace más difícil y después hay momentos muchos más delicados, como cuando tenemos que mover a los heridos de un lugar a otro.

Eso a uno lo va endureciendo, pero también lo fortalece, porque tenemos que enfrentarlo con más determinación y decisión.

PL: Varios medios de prensa colombianos han recogido declaraciones del senador Carlos Ramiro Chavarro, quien acusó al Frente 36 de incumplir con el cese al fuego unilateral decretado el 20 de noviembre último, al inicio de las conversaciones con el gobierno. ¿Cómo responde usted a esto?

OR: Nosotros no incumplimos ningún cese al fuego, lo que ocurrió  fue un accidente. Desde Colombia el Estado ha tenido toda la intención de aislarnos, de incomunicar al pueblo de lo que está pasando en La Habana y que se informe sobre la realidad, a la insurgencia le quitan la interlocución.

Cuando aquí se leyó la declaración del cese al fuego, allá habían empezado algunos muchachos a hacer una tarea concreta. Salieron incomunicados. Somos un ejército móvil, actuamos a través de pequeños grupos porque no podemos concentrarnos en grandes unidades, por la ayuda tecnológica que le ha brindado Estados Unidos al ejército colombiano.

Esos muchachos salieron incomunicados porque el peso que llevaban no les permitía un radio HF; como la noticia no se difunde, entonces no escucharon el comunicado.

Nosotros queremos la paz, el Frente 36 obedece todas las decisiones que se den en los organismos superiores. En las FARC hay unidad de mando y cohesión, tenemos una disciplina que nos unifica y unas aspiraciones y anhelos que nos unen: la paz.

Alguien puede no estar de acuerdo con una cosa pero aplicamos elcentralismo democrático, la minoría se ajusta a la mayoría. En nuestro caso no se da eso porque nos unen los documentos de la organización, las aspiraciones de una paz con justicia social, los mismos deseos por los que luchamos y estamos dando la vida, eso sería un contrasentido.

PL: ¿Ha sentido miedo, le han dado ganas de renunciar?

OR: Renunciar nunca, porque uno es bastante arriesgado. Cuando entra, se empieza a enamorar de la vida y de la causa; después, transcurrido un tiempo, cada vez es más consciente de los riesgos que le toca afrontar.

Siempre digo que lo contrario del miedo no es el coraje, sino la fe. No hay posibilidad de dar un paso atrás sino luchar con más determinación. Esto hace que cada vez uno ame más a su pueblo, a su causa, a la organización y la vea como algo que se va convirtiendo en una alternativa para que todos los colombianos podamos tener un país amable, en paz y con completa felicidad.

PL: ¿Puede relatarme alguna anécdota que particularmente lo ha marcado en estos años de lucha en las FARC-EP? ¿Cómo recuerda, por ejemplo, a sus cuadros fundadores?

OR: Tuve la oportunidad de estar al lado de algunos camaradas como Manuel Marulanda, un hombre muy humilde y consecuente. El hecho de estar más de 60 años en el monte eso dice lo que fue, con mucho espíritu de sacrificio.

Creo que nadie ha tenido ese tiempo de estar en la selva con el riesgo de las bombas, enfrentando la naturaleza, el clima, con la dormida a la espalda, con la comida a la espalda, para eso se necesita mucha fe y confianza, mucha voluntad y espíritu de sacrificio hasta el triunfo o la muerte.

También tuve la oportunidad de estar unos días al lado del camarada Alfonso Cano, alguien muy valioso. De él admiro que, aunque fue un intelectual con ciertas comodidades en la ciudad, la abandona y se va a asumir la lucha armada al lado de los campesinos, de la ciudad al campo.

Para mí eso es muy valioso. Murió con las botas puestas, con las banderas en alto.

Recibí también cursos del camarada Jacobo Arenas quien, cuando se dio la operación de Marquetalia (Tolima), fue al núcleo de campesinos allí reunidos con la intención de liderar ese movimiento. Junto a Marulanda, comenzó a formar la guerrilla, a darle las luces y ponernos en el camino en el que estamos ahora.

PL: Para usted, ¿cuál ha sido el momento más doloroso que ha tenido que enfrentar por entregarse a esta causa?

OR: Hay muchos momentos dolorosos, pero hay otros que exigen mucha voluntad y decisión para no derrumbarse. Estuve preso en 1993 y salí  en libertad, supuestamente sin libertad, el 2 de febrero de 1997. La cárcel siempre ha sido una prueba para nosotros los revolucionarios, la asumimos como otra trinchera de lucha.

La cárcel es difícil para uno que está acostumbrado a tener mucha energía con muchas ganas de hacer cosas. Sentirse impotente, limitado de su espacio, acuñado y humillado por los guardias y el régimen.

Uno lo asume como un reto y no se deja amilanar ni se derrumba, esas experiencias nos endurecen y nos hacen madurar.

PL: De firmarse un acuerdo con el gobierno que permita a las FARC-EP sumarse a la vida política, ¿como se reintegraría usted a la vida urbana? ¿Está preparado?

OR: El anhelo de nosotros es que esto tenga un feliz puerto. Por eso estamos agotando estas posibilidades, siempre y cuando la oligarquía exprese esa voluntad y el pueblo se movilice.

Sí estamos preparados, creo que si estamos en esto es porque nosotros no luchamos por la violencia sino por la paz, porque todos los colombianos tengamos una vida normal.

De llegar a concretarse la paz, significa que vamos a tener esa vida sin ser perseguidos ni excluidos, no solo los combatientes sino todo el pueblo colombiano.

Es muy difícil que exista paz donde hay hambre y otros tengan el estómago lleno. Donde unos pocos viven en mansiones lujosas y muchos en tugurios donde se les cae el rancho.

Es difícil vivir donde unos tengan y otros no tengan nada, donde unos puedan hablar y opinar y hacer parte de la construcción del país y los otros sean reprimidos.

El día que nos den las garantías de vivir dignamente pues estamos preparados porque nosotros luchamos por un proyecto de vida.

PL: Han sido cuatro intentos de paz. ¿Como se imagina usted a Colombia en un futuro?

OR: Sí, son cuatro intentos en los que las FARC hemos hecho todo lo que ha estado dentro de nuestro alcance, hemos tocado las puertas de la reconciliación para que esto termine con un acuerdo donde todo el país tenga una paz con justicia social, ese es el anhelo de nuestra organización y de la mayoría del pueblo.

Hay algunos que aman la guerra porque les permite privilegios y los sostiene en el poder, porque les da ingresos económicos a través de la alianza con las multinacionales y también la posibilidad de mantener a un pueblo sumergido.

Nosotros nos imaginamos a un pueblo en paz siempre y cuando se desmonten las causas que hicieron que nos levantáramos en armas.

Para que haya paz tiene que desaparecer el hambre, la violencia contra los campesinos, que ellos tengan sus tierras y sus créditos, capacitación para que puedan producir y darle valor agregado a sus productos. Que tengan la asistencia médica en el campo, recreación, una vida digna.

Queremos un país donde no haya violencia por parte del Estado. Tienen que existir cambios estructurales donde no haya un régimen antidemocrático, donde los únicos que pueden gobernar son los partidos que defienden los privilegios de la burguesía y las transnacionales.

Para que nosotros podamos vivir en paz, tranquilos y felices se tienen que demoler todas esas estructuras, ese modelo económico, hecho para la acumulación del capital, de unos pocos incluidos expresados en tratados de libre comercio que para nosotros son tratados impuestos.

PL: En 2014, las FARC-EP cumplirán 50 años de lucha. ¿Cuánto le apuestan a este proceso?

OR: A este proceso no le hemos puesto límite; es casi medio siglo de confrontación política y militar, por eso no se puede decir que se resolverá en seis meses, en un año. Para que esto tenga buen futuro, tiene que haber el acompañamiento popular, hay que esperar que el pueblo se pronuncie, diga sus iniciativas y propuestas.

Buscar cómo llegar a un punto para lograr lo que queremos, la terminación del conflicto armado. No se trata de silenciar nuestros fusiles, este conflicto se termina cuando el Estado haga reformas estructurales en lo económico, político y social.

La oligarquía parte de que son siete meses o un año porque tienen una visión diferente, para ellos la paz es callar nuestras armas.

Para nosotros la paz es la igualdad en todos los sentidos, que al menos se acorten las brechas de esas desigualdades abismales que hay en Colombia, para que podamos vivir dignamente y reconciliados.

*Periodista de la redacción América del Sur de Prensa Latina.

http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&idioma=1&id=997441&Itemid=1

Reanudan las FARC-EP y el gobierno diálogo de paz http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=W6x4a-qsXEY

11 de enero, 2013 2:48 pm

“Las FARC EP tienen mucho por aportarle al país”: fundador de la UP

Boris Cabrera trabajó con Iván Márquez en los primeros años de la Unión Patriótica y sigue siendo una de las personas que mejor conoce a las FARC EP.

El lunes se reanudan las conversaciones entre las Farc y el Gobierno en La Habana. Mientras se ven los primeros resultados de la primera fase sobre desarrollo agrario integral, la guerrilla sigue siendo una incógnita para la mayoría de colombianos. La Silla Vacía entrevistó a Boris Cabrera, exfundador, extesorero y exmiembro de la dirección de la Unión Patriótica y una persona que conoció muy bien a las Farc y a Iván Márquez en el Caquetá.

Cabrera trabajó  con el jefe guerrillero de las Farc durante las marchas cocaleras y campesinas en los ochenta y luego en la fundación de la UP. Su esposa Diana Correa, también militante de la UP, fue desaparecida y asesinada por un grupo de militares, que fueron posteriormente condenados por los hechos. Cabrera fue procesado por la justicia sin rostro y apresado por el presunto secuestro y homicidio de Diego Turbay Cote en el Caquetá. Posteriormente, la Fiscalía lo exoneró y el Consejo de Estado acaba de condenar a la Nación por las irregularidades en su captura y el año que injustamente pasó en la cárcel.

Dado su conocimiento de las FARC EP, La Silla lo entrevistó como parte de una serie de entrevistas sobre el proceso de paz.

La Silla Vacía: ¿Cómo describiría las FARC EP hoy y como es diferente de la que no negoció la paz en el Caguán?

Boris Cabrera: Las Farc es una organización político-militar muy madura, en todos los sentidos, con una gran experiencia de sobrevivencia en la lucha contrainsurgente, que de alguna manera -y por eso estamos en este proceso- ha logrado a diferencia de todos los movimientos similares del Tercer Mundo sobrevivir a las ofensivas del ejército también, a su vez, mejor capacitado en lucha irregular en el continente.

¿Qué le da esa habilidad para sobrevivir?

Contrario a lo que piensa mucha gente, las Farc tiene gran inserción popular en muchas regiones del país, particularmente en las zonas de frontera agrícola y de colonización. Frente a la ausencia del Gobierno y de alternativas programáticas a favor de los campesinos, ha sido una especie de centinela, de protección y de alternativa para defenderse en el pasado de los latifundistas y en el presente de los paramilitares y otras formas que ha asumido la lucha eterna en Colombia del despojo de la tierra a colonos y campesinos.

¿Defender a la población de los paramilitares? En muchas regiones, los guerrilleros huyeron mientras que los paras masacraban a la población.

Sí, pero al mismo tiempo, los paramilitares no estaban solos. Donde los paramilitares realmente intentaron hacer contrainsurgencia, y no gozaron del apoyo de las fuerzas del Estado fueron totalmente liquidados por la guerrilla como en el caso del Caquetá.

¿Por qué dice que las Farc tiene una gran inserción con las comunidades?

En amplias zonas del país, en el Caquetá, por ejemplo, han hecho centenares de kilómetros de vías alternas, terciarias, que inclusive hoy las sostienen.  Eso lo sabe el gobierno, y los campesinos y los finqueros pagan cuotas de sostenimiento de las carreteritas que funcionan, y han hecho puentes, han hecho cantidad de infraestructura,  ya que el Estado por razones de seguridad no ha podido desplazar ingenieros para la construcción de esas vías. Hay amplias zonas del Meta, de Arauca, del Guaviare, donde tienen distintas formas para mantener un contacto fluido con las comunidades. La mayor incomprensión del Establecimiento sobre las FARC EP es el tratamiento de bandidos que les pretendieron dar en el pasado.

Las FARC EP es una organización político-militar muy madura, en todos los sentidos, con una gran experiencia de sobrevivencia en la lucha contrainsurgente”.

– Boris Cabrera.

¿Usted no cree que sean bandidos?

No, yo no pienso que de manera alguna sean bandidos. Son personas que están al margen de la ley. El hecho de que hayan muerto algunos históricos como Marulanda, Jacobo y otros no quiere decir que no haya miles de personas que piensen que su ejemplo está vigente.

No son precisamente unos santos. Secuestran, reclutan niños, matan gente.

Con la madre Teresa de Calcuta, con la comunidad de las hermanitas pobres no habría nada que discutir. De lo que ya está harto Colombia es de esta violencia a la que no se le ve puerto. Y haber llegado a la conclusión madura de que es por la vía del acuerdo razonable, posible, equilibrado que podemos resolver el tema es un gran paso. Si todos estamos perdiendo por qué no intentamos ver cómo podemos todos ganar. Pero no necesariamente a favor de las minorías privilegiadas de siempre.

¿Usted es optimista frente a este proceso de paz?

Yo soy sanamente optimista. Hay que tener algo claro: esto no se va a resolver con abrazos de paz, de perdón, con una cantidad de los llamados ‘gestos’. Aquí tienen que atenderse demandas históricas enmochiladas en fallidos procesos porque es que finalmente no puede entenderse que el gobierno esté en representación de algo abstracto. Debe estar representando una sociedad, 46 millones de colombianos que debemos estar dispuestos a dar algo entre todos por el bien supremo de la paz. No son favores dispensados por el gobierno, por nadie en particular.

¿Por qué estarían esta vez las Farc dispuestas a dejar las armas?

Los años no han pasado en vano. Colombia ha sufrido mucho de aquello por lo que luchamos hace tanto tiempo, eso está vigente, otras cosas han cambiado. Yo creo que las Farc hicieron un pulso en el proceso del Caguán que en el plano militar encontró de todas maneras una respuesta que no les hizo fáciles las cosas de ahí en adelante.

¿O sea que lo hacen porque están derrotadas?

No están derrotadas y por lo tanto no lo hacen por eso. Yo creo que lo hacen porque se dieron cuenta que de todas maneras había una buena parte de Colombia por ganar y que estaban frente a unas Fuerzas Armadas muy difíciles de derrotar. O sea, a mi juicio, pudieron haber llegado a la íntima convicción de que si bien ellos, que aguantaron la arremetida de las fuerzas oficiales sin haber sido derrotados, tampoco podrían razonablemente pensar que podían tomarse el poder por esa vía.

¿Cuál cree que es el mejor resultado que podría resultar de La Habana?

Yo pienso que las Farc tienen mucho por aportarle al país. Pienso, por ejemplo, que en Colombia no habrá solución al problema del narcotráfico si las Farc no son un ente activo en la erradicación definitiva del cultivo en casi todo el país, donde operan.

¿Cómo podrían hacerlo?

Con el apoyo del Estado. Con un proceso de paz satisfactoriamente resuelto, pueden hacer una pedagogía asistida económicamente para que los campesinos e indígenas tengan cómo ellos mismos arrancar sus matas. Y evitando que los verdaderos usufructuarios del proceso criminal del narcotráfico, que son los narcotraficantes y algunos políticos en distintas regiones del país, puedan seguirse moviendose a sus anchas.

Usted lo plantea como si las Farc no fueran ellas mismas narcas.

Pues sí, así lo planteo.

¿Pero qué habría que darles para que dejen las armas?

Yo pienso que el Gobierno no tiene nada que darles, es la sociedad la que tiene que volverlos a acoger dándoles no solo a ellos como grupo o ejército irregular satisfacción a algunas de sus demandas que se concerten sino dándole solución a los problemas de una buena parte de la sociedad colombiana como la pobreza, la marginación, la desigualdad.

Pero eso tomaría 20 años.

Sí, claro, pero tiene que haber un compromiso de la sociedad. Es que esto no son favores graciosos del soberano, sino el aporte que la sociedad esté dispuesta a hacer para que el tema se resuelva. Dicho lo anterior, que las FARC EP no podrán derrotar al Ejército, tampoco habría cómo entender si el Ejército no pudo derrotarlos en los últimos 60 años, ¿qué esperan?¿que pueda hacerlo en cinco, 20 años?¿Mientras tanto la gente qué?

Las FARC EP tiene muchas posibilidades de sobrevivencia , acción y capacidad de daño frente a la infraestructura, frente al festín de las concesiones y explotaciones mineras y petroleras, frente a las grandes entregas de tierra que se están haciendo en la altillanura. No hay por qué esperar que los colonos, campesinos, y las minorías nacionales, particularmente negros e indígenas, se conformen con mucho menos que lo que le están dando a los grandes inversionistas.

Usted fue protagonista de todo el proceso de la Unión Patriótica. ¿Cree que el genocidio de este movimiento es una talanquera para este proceso?

Sí. Yo pienso que el genocidio de la UP y el asesinato de centenares de guerrilleros que salieron a hacer el trabajo político en el proceso de Belisario pende no solo como un gran genocidio, sino como un listón de prevenciones difícil pero no imposible de rebasar.

Pienso que en Colombia no habrá solución al problema del narcotráfico si las FARC EP no son un ente activo en la erradicación definitiva del cultivo”.– Boris Cabrera.

¿Cree que con la Marcha Patriótica se estaría repitiendo la historia?

No entiendo por qué machacar o insistir en vincularlo todo con la Marcha Patriótica. Lo ideal es que del proceso resulten muchas marchas nacionalistas populares que busquen constituirse en una alternativa política. No veo por qué se pueda insistir en forzar a los negociadores  de las FARC EP en la Habana a que ya tienen que aterrizar en en un movimiento político ya organizado, cuando lo lógico es que la mejor solución a los temas militares irresolutos sean las salidas políticas que resulten de el.

Usted que organizó muchas de las marchas cocaleras y campesinas en el proceso de Belisario, ¿qué tanto las marchas de ahora lideradas por la Marcha Patriótica evocan las de esa época?

De alguna manera las otras marchas pudieron ser más espontáneas o responder de manera masiva a problemas que no eran artificiales, sino problemas reales. Que en algún momento el gobierno y eventualmente los poderes del Estado hubieran estigmatizado esas marchas. Las últimas marchas, no se puede negar, que pudieron haber tenido algún tipo de expresión de campesinos que rechazaban las fumigaciones masivas no solo por los daños a sus cultivos del pancoger sino a la misma coca, base de su subsistencia. Pero las primeras marchas del Pato, por ejemplo, respondían a las exigencias que hacían los campesinos reclamando la presencia del Estado, reclamando vías, la facilidad para la comercialización de sus productos.

¿Las de ahora no son espontáneas?

No descarto que en zonas muy específicas el fenómeno se mantenga como la expresión histórica de las necesidades de los campesinos. No podría homologar el papel de la Unión Patriótica en los tiempos en los que fui dirigente nacional o regional del Caquetá, inclusive en compañía de los miembros de la Habana como Iván Márquez, con quienes fundamos a la UP en el Caquetá, con el de la Marcha. Yo entiendo que la Marcha Patriótica es una expresión mucho mas contemporánea, mucho menos rural, que ha incorporado mas elementos de carácter intelectual, urbano y es una versión mucho mas acabada de una propuesta política con las circunstancias del presente.

¿Cree que tiene que ver con las FARC EP?

No diría que de la misma manera que sí la tuvo la Unión Patriótica. La UP fue una creación directamente de las FARC EP. A la UP confluyó el Partido Comunista, otra serie de organizaciones, pero nunca se escondió que el primer candidato presidencial fue Jacobo Arenas. Braulio Herrera era el secretario ejecutivo. E Iván Márquez fue uno de los parlamentarios.

¿Cómo describiría a Iván Márquez?

A Iván Márquez lo conocí hace mucho tiempo, y mantuvimos y hemos mantenido una amistad que ha sobrevivido a los avatares de un país como el nuestro. Es una persona sencilla, de condición humilde, un self-made man, en el que se reúnen condiciones que mucha gente ignora. Estudió en un seminario, fue profesor, fue concejal de Florencia y en buena parte de su periplo personal mientras estuvo visible hicimos el mismo camino juntos en la lucha política, en la UP.

¿Usted cree en la teoría de que él es opuesto al proceso con el Gobierno y por eso las Farc lo puso de jefe negociador?

Puede haber diferencias de opinión, debates y discusiones al interior de las FARC EP. Pero la eterna expectativa de que la cosa se pueda reducir a los blandos y los duros, los militaristas y los políticos no se corresponde ni hoy ni nunca con la verticalidad en el mando de las FARC EP y la obediencia a un centro único de decisiones que seguramente se discutirán pero en la medida que se aprueban se convierten en la línea de acción de todos. No veo cómo puedan decir que uno de los principales negociadores sea opuesto al proceso. Es una incongruencia.

¿Por qué las FARC EP ponen a un jefe guerrillero con tan poco mando militar? El Bloque Caribe es insignificante en términos del poderío militar.

Entendiendo que representa por igual a los ‘militares’ y a los ‘políticos’, Iván es un hombre de una gran capacidad. Pienso que conoce el país porque lo ha recorrido como parlamentario y sobre todo como comandante guerrillero. Estuvo en el Magdalena Medio, en Urabá, en el Bloque Caribe, y además, es un aporte del Bloque Sur. Es un guerrillero maduro con gran comprensión de la política internacional, del momento de Colombia en el contexto de América Latina, fue un buen parlamentario. Es decir, ¿qué tacha le puedan buscar a Iván cuando fue una decisión del Estado Mayor de las FARC EP y del Secretariado colocarlo como cabeza de negociación? Además, Iván conoce mucho el proceso de paz en Centroamérica. Estuvo en Tlaxcala,  en Caracas y en el Caguán. Es el hilo conductor de las fracasadas negociaciones del pasado desde Betancur a una sana expectativa de éxito de este proceso.

No veo cómo puedan decir que uno de los principales negociadores (Iván Márquez) sea opuesto al proceso. Es una incongruencia.”.

– Boris Cabrera.

¿Cree que las FARC EP ya tomaron la decisión de hacer que funcione este proceso de paz?

Sinceramente no conozco los detalles. Pero lo que sí se y así ha sido siempre es que debió ser producto de una decisión del Estado Mayor Central. Lo que sí es un riesgo es que haya movimientos insurgentes al margen del actual proceso que puedan darle oportunidad a sectores eventualmente descontentos de encontrar una vía que los mantenga en la lucha armada.

¿A qué se refiere?

A los elenos. Por eso pienso que el Ejército de Liberación Nacional debe estar en la mesa de negociación, o en una mesa paralela discutiendo prácticamente los mismos temas con algunas particularidades.

¿Cuál cree que es el verdadero apoyo de las bases guerrilleras al proceso de paz?

En todas estas cosas hay compases de espera, también en algunos sectores del gobierno puede ocurrir lo mismo. Hay personas con un natural y sano optimismo y otras que por su talante o por la lectura del proceso pueden ser más pesimistas. Pero todos tienen que avanzar en el mismo proceso, porque de otra manera no será posible. Uno de los retos mas importantes y que pueden gravitar negativamente en el proceso es la falta de fluidez en las comunicaciones.

¿A qué se refiere?

La delegación del gobierno tiene muchas mas facilidades, y mas fluidez para llevar su propuesta, los puntos de discusión a los sectores empresariales, gremiales, sociales. Y veo que ahí puede haber mucho mas dificultad, por razones obvias, en el caso de la delegación de las FARC EP. A lo cual hay que ponerle atención porque finalmente Colombia está pendiente es del proceso en su conjunto y los resultados ideales que cabe esperar después de una lucha de tantos años.

¿Se refiere a los rumores de que por falta de esa fluidez el Bloque Sur, por ejemplo, se podría abrir de la negociación?

Hay riesgos, así se reconozcan o no. Y de cualquier manera, la incomunicación, la falta de fluidez en las explicaciones oportunas y eficaces pueden ser muy graves y delicadas. Pueden alentar las mal interpretaciones o confusiones, pueden enviar mensajes negativos frente a los sectores mas escépticos.

¿Quiénes estarían interesados en boicotear el proceso?

No tendrían cómo identificarlos, pero que los hay los hay. Hay sectores politiqueros que han medrado, que se han enriquecido, que han conseguido fines utilitarios a los que no quieren renunciar. Hay regiones donde hay gente trabajando contra el proceso. Y no necesariamente todos de derecha o latifundistas y terratenientes,  sino alentadas por intereses mezquinos y criminales incluidos los del narcotráfico.  Es increíble que por ejemplo no haya políticos (salvo Fernando Almario) y altos mandos militares y policiales presos por la complicidad y connivencia de años con los grandes narcotraficantes que pasaron por el Caquetá y Putumayo  como Urdinola, Macaco, Leonidas Vargas etc.

¿Cree en la voluntad de paz de este gobierno?

Si. El gobierno a mi juicio tiene un gran mandato de la sociedad y un gran apoyo de los sectores productivos, que saben que sin un acuerdo de paz a Colombia la hunden los 16 TLC que ya ha firmado, si no puede competir, por la inseguridad a todos los niveles que generaría la prolongación del conflicto con sus elementos perturbadores y que tanto dolor le han causado al país.

¿Se leyó la carta de respuesta de Mauricio Jaramillo a Enrique Santos?

Una verdadera calamidad. Si Enrique escribió la carta, el Santos negociador y diplomático, se dejo ganar del Santos periodista. Y si la que aparece, fue la respuesta de Jaramillo, ella fue desapacible e inoportuna.  Así no hablaría un “ Médico” , como le dicen a Jaramillo, ni siquiera un camillero…

Esa “Pareja” que tenemos con presupuesto publico en la Habana no puede comenzar a sacarse  los trapos al sol, a exponer públicamente “sus vergüenzas”. El país espera mucho más de ellos. El respeto a los negociadores de lado y lado, la discreción, la paciencia y la prudencia “hacen verdaderos sabios” o como dijeran los cubanos. “En silencio tuvo que ser”.