TURQUIA: MAIS REPRESSÃO NA PRAÇA TAKSIM

Las fuerzas de seguridad del país lograron despejar de la plaza principal a los activistas que desde hace 12 días exigen la renuncia del primer ministro

11 de junio 2013

Policías antidisturbios entran en el parque Gezi durante los disturbios con manifestantes en la Plaza Taksim. Foto: EFE

ESTAMBUL- El gobierno de Turquía afronta la mayor ola de protestas en más de una década. Luego de doce días de estar tomada la tradicional plaza de Taskim, en el centro de esta ciudad, la policía- que hasta ahora había mantenido una posición pasiva- recuperó hoy su control, aunque con un saldo de 200 heridos contando a efectivos policiales y activistas.

La policía turca irrumpió esta mañana con blindados en Taksim, en una sorpresiva operación pocas horas después de que el Gobierno anunciara su disposición a negociar las reivindicaciones de quienes ocupan la plaza y el cercano parque Gezi.

El proyecto de urbanización del parque Gezi fue el factor que desencadenó la ola de protestas en contra del gobierno de Recep Tayyip Erdogan que, hasta ayer, siempre había descartado de manera tajante dar marcha atrás con la iniciativa .

La tensión llegó a su punto álgido poco después del mediodía, cuando un nutrido grupo de agentes subió las escaleras del parque Gezi, en un aparente intento de tomar el control, pese a las reiteradas promesas del gobernador de Estambul de que no se tocaría el campamento de este recinto.

La policía disparó granadas lacrimógenas y usó cañones de agua para dispersar a los manifestantes. Inmediatamente, decenas de jóvenes con cascos y máscaras de gas reaparecieron detrás de las barricadas levantadas en las calles aledañas y respondieron lanzando piedras y cócteles Molotov.

“Se encontraron con una densa multitud de manifestantes que no les dejó pasar, y poco a poco los fuimos empujando fuera, sin que hubiera violencia”, relató poco después a Efe una estudiante.

La joven señaló que las batallas con cócteles molotov, que se sucedieron en la plaza daban a la policía un pretexto para intervenir en el parque, cuyos ocupantes se han pronunciado mayoritariamente en contra del uso de medios violentos.

Agencias EFE, Reuters, AFP.


Causas económicas de las protestas

Diez años de privatizaciones y reformas neoliberales en Turquía

Uno de los argumentos más usados por los grandes medios de comunicación occidentales a la hora de interpretar el origen del estallido social en las calles de Turquía es la deriva islamista y autoritaria del Gobierno de Recep Tayip Erdogan.

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10/06/13 ·

Enfrentamientos en plaza Taksim el 1 de junio / Eser Karadağ

De esta manera, los ‘mass media’ centran toda la atención en la disyuntiva islamismo-laicismo y autoritarismo-democracia, llevando a cabo un análisis simplista y parcial de la realidad que vive estos días el país euroasiático.

Y es que para poder analizar con mayor profundidad la reciente revuelta popular en las calles de ciudades como Estambul o Ankara, habría que adoptar algo más de perspectiva y poner la lupa en las políticas socioeconómicas que el Ejecutivo viene desarrollando durante estos últimos años.

El Gobierno de Erdogan, integrado por el Partido Justicia y Desarrollo (AKP), irrumpe en el poder en el año 2002 en un contexto de crisis económica (crisis financiera de 2001) donde acuerda un programa de medidas de claro corte neoliberal con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que pasan por la privatización del sector público, reformas laborales y drásticos recortes sociales.

Un año después de llegar al Gobierno, en 2003, se abre el camino a la privatización de la empresa pública de telecomunicaciones Turk Telekom. Al año siguiente, en 2004, se ponen a la venta compañías de licor, fábricas de acero y Aerolíneas Turcas.

Desde entonces, se inicia un proceso que no tiene marcha atrás: En 2007, se da luz verde a la privatización de la compañía pública de tabacos de Turquía, Tekel En 2008, es el turno de la red eléctrica, con la venta de dos compañías de distribución en Ankara y Sakarya-Kocaeli . Además, ese mismo año se anuncia la venta del banco de propiedad estatal Halkbank y la privatización del 15% de las acciones de Turk Telekom.

En 2009, el Gobierno aprueba una legislación para otorgar el agua de los ríos, los lagos y los estanques a las corporaciones privadas. Esto significa que los recursos hídricos pueden transferirse a corporaciones, que hasta el momento sólo controlaban los servicios de distribución .

Debido a esto, la Confederación de los sindicatos campesinos turcos, Çiftçi-Sen, junto con más de 100 otras fuerzas de oposición social que defienden el reconocimiento del derecho al agua, forman una plataforma llamada “No a la comercialización del agua” y se manifiestan masivamente el 15 de marzo de 2009 en Estambul, en el marco del Foro Mundial del Agua.

En 2011, el Gobierno de Erdogan inicia las negociaciones para la privatización de 2.000 kilómetros de autopistas y puentes del país. De esta manera el Ejecutivo turco pretende ceder al capital privado hasta nueve carreteras de peaje y dos puentes sobre el Bósforo, vías de comunicación muy importantes en el área de Estambul.

A través de la llamada “Administración de Privatizaciones” (OIB por sus siglas en turco), Erdogan busca tirar adelante un paquete de privatizaciones en el país que incluye el textil, la minería, el petróleo, la alimentación o el transporte marítimo, entre otros.

En febrero de ese mismo año, 10.000 personas se manifiestan en el centro de Ankara en rechazo a la reforma laboral del Gobierno, que entre las medidas, destacan la reducción del salario mínimo para los jóvenes, la posibilidad de traslado de los funcionarios y permite la contratación de empleados sin seguro social. Muchos de los allí presentes corean gritos de “Esto es Ankara, no el Cairo”, “Tayyip ha llegado tu turno” y “Tayyip, te deseamos un final feliz como a Mubarak”.

Las directrices neoliberales aplicadas durante estos últimos años han generado un aumento de la desigualdad social en el país. Según la revista Forbes, en Estambul, capital financiera de Turquía, había un total de 35 multimillonarios en marzo de 2008 (en comparación con 25 en 2007), situándose en el cuarto puesto en el mundo. Un informe para empresarios interesados en invertir en Turquía elaborado por el banco español Banesto asegura que “el país está marcado por la existencia de fuertes desigualdades de rentas”Muchos empleados en Turquía no cobran más del salario mínimo de unos 570 dólares y el ingreso per cápita es casi la mitad que los ingresos medios europeos.

Quizás este conjunto de factores ayude a explicar el malestar social que ha dado origen a los disturbios que hoy vive Turquía, más allá del enfoque liberal que se pretende dar desde la prensa de Occidente.

Hoy en el juzgado de Caglayan, 75 abogados, fueron detenidos, arrastrados y pegados por la policía. Los abogados habían protestado la represión policial y el gobierno fascista con consignas como “contra el fascismo hombro junto a hombro” y “Taksim en todos lados, Resistencia en todos lados”

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Joven Kurdo, con la bandera de BDP (el partido Kurdo) ayudando a una chica joven con bandera turca nacionalista con la foto de Ataturk (fundador de la republica e imagen del nacionalismo turco) SI SI UNIDAD! PERO PA LUCHAR!

represión y más incidentes

Una nueva jornada de violencia sacudió a Turquía cuando la policía irrumpió en la plaza Taksim

Los efectivos irrumpieron con blindados, en una sorpresiva operación pocas horas después de que el gobierno anunciara su disposición a negociar.

Una nueva jornada de violencia y represión tuvo lugar hoy en Estambul cuando la policía irrumpió en la plaza Taksim con camiones hidrantes y gases lacrimógenos para dispersar a manifestantes, luego de que el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, anunciara su disposición a negociar con los ecologistas que acampan en el cercano parque Gezi.

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Los agentes se enfrentaron con una muchedumbre que respondió a los gases y al agua a presión con adoquines, bombas molotov y bengalas, según imágenes difundidas por canales de televisión turcos.

Sin embargo, los manifestantes denunciaron luego que quienes arrojaron las bombas molotov eran policías infiltrados.

En la red social Twitter, activistas afirmaron que los incidentes violentos son una puesta en escena policial y difundieron fotos de los supuestos manifestantes vestidos con ropas protectoras, máscaras de gas de marcas que usa la policía e incluso con armas que asoman de sus bolsillos.

El gobernador de Estambul, Huseyin Mutlu, desmintió terminantemente que haya policías infiltrados entre los activistas y aseguró que son “mentiras que instalan las distintas redes sociales”.

Por la represión de hoy hay cientos de personas heridas, cinco de ellas de gravedad, según denunció la Asociación Médica Turca.

Ahmet Ozdemir Aktan, presidente de esta organización, declaró al diario Hurriyet Daily News que cientos de personas resultaron heridas en el desalojo, la mayoría por golpes en la cabeza debido al impacto de las granadas de gas lacrimógeno disparadas a corta distancia por la policía.

El primer ministro había anunciado anoche su disposición a negociar con los activistas ecologistas que acampan en el parque Gezi, cuya futura demolición para un desarrollo urbanístico dio origen a una ola de protestas en todo el país en contra del estilo autoritario del gobierno.

No obstante, la Plataforma de Solidaridad de Taksim aseguró que hasta el momento no recibió ninguna invitación a negociar.

Exhortación

El primer ministro Erdogan, en declaraciones tras la represión, culpó a la prensa internacional y a las redes sociales por las protestas contra su gobierno.

“Los medios internacionales están desinformando de forma sistemática y con las instituciones de prensa malintencionadas crecieron las protestas”, sostuvo Erdogan frente a un grupo de diputados miembros de su partido, el islamista moderado Justicia y Desarrollo (AKP), informó la agencia de noticias EFE.

Poco después de que la protesta fuera desalojada por la policía, el premier turco había instado a todos los activistas en el parque Gezi “a entender lo que pasa”, en referencia a su opinión de que entre los ecologistas hay infiltrados “terroristas” y miembros de la oposición que quieren poner fin a su gobierno.

“Insto a todos los que son sinceros a que abandonen ese lugar. Como primer ministro lo pido”, manifestó Erdogan.

La policía afirmó que no ingresarán al cercano parque Gezi a desalojar a los ecologistas, sino que únicamente limpiarán la plaza Taksim repleta de pancartas y banderas con consignas de los manifestantes y permanecerán en el lugar para evitar que vuelvan a tomarla.

Los agentes lograron descolgar las pancartas, aunque centenares de personas volvieron a enfrentarse con las fuerzas de seguridad, en la mayoría de los casos de manera pacífica.

Incluso, en el parque Gezi un grupo de manifestantes se enfrentó a otro que arrojaba piedras contra la policía para instarlos a dejar de utilizar la violencia, ya que temen que esos episodios den a los agentes un pretexto para desalojar también el parque.

Grupos marginales

El gobernador Mutlu minimizó los enfrentamientos al informar que hubo choques “con pequeños grupos marginales” y agradeció a los activistas que permanecieron en el parque Gezi “y se alejaron de los otros grupos”.

Sobre la intervención de hoy, afirmó que “nadie fue herido de gravedad, sólo hay heridas menores, incluso un vehículo de la policía fue quemado. Hay detenciones de personas de esos grupos marginales y van a continuar”.

Sin embargo, las imágenes transmitidas por los canales de televisión mostraron que los choques entre manifestantes y policías fueron violentos y que a las agresiones con piedras y bombas molotov, le siguió una violenta represión de las fuerzas de seguridad.

El gobernador, miembro del mismo partido islamista moderado que Erdogan, justificó lo que se vio asegurando que hay personas que “usan bombas de humo para que parezca que la policía utiliza masivamente gases lacrimógenos, para dañar la imagen de las fuerzas de seguridad”.

A dos semanas de las manifestaciones, hay cuatro muertos, más de 4.000 heridos y varios detenidos. Entre ellos 20 abogados arrestados en el palacio de Justicia de Estambul que concurrieron para pronunciarse a favor de las protestas.

Detienen a trece personas por incitar a los disturbios en Turquía

MADRID, 10 Jun. (EUROPA PRESS) –

La Policía turca ha detenido a trece personas en la ciudad de Adana, en el sur de Turquía, por incitar a los disturbios en el país a través de las redes sociales, principalmente Twitter y Facebook, según ha informado este lunes el diario ‘Hurriyet’.

Los detenidos, que ya han comparecido ante un tribunal, han sido acusados de provocar a los manifestantes a través de sus publicaciones en Twitter y Facebook durante las protestas en la capital del país, Ankara, y de organizar a las multitudes para causar daño a su alrededor y lanzar piedras contra las fuerzas policiales.

Estas detenciones se producen un día después de que el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, aterrizara en el aeropuerto de Adana, donde instó a sus seguidores a no permitir que “aquellos que intentan plantar las semillas de la división” en el país lo logren, antes de dirigirse a la localidad de Mersin para pronunciar el discurso inaugural de los Juegos del Mediterráneo.

El miércoles pasado, la Policía turca detuvo a 24 personas en la ciudad de Esmirna, en el suroeste del país, por “incitar a los disturbios y hacer propaganda en las redes sociales”.

Revuelta contra el gobierno islamista turco / opinión

Claroscuros en la plaza Taksim

Lo que comenzó siendo una protesta social en defensa de un parque se ha convertido en una sucesión de acontecimientos que algunos presentan interesadamente como la «Primavera turca». De lo que no hay duda es de que estamos ante la primera crisis seria que afronta el AKP y su líder, Erdogan, en doce años.

Por Txente REKONDO | Analista internacional

En estos 11 años, el AKP ha ido dando pasos que han transformado en cierta manera el panorama de Turquía, lo que representaría la cara de la moneda. Durante su primer mandato puso en marcha algunas reformas (relaciones militares-civiles, derechos de las minorías) de cara al acceso a la UE y sobre todo, aumentó el peso de los poderes legislativo y ejecutivo frente a los todopoderosos militares turcos y sus aliados de la burocracia del status quo.

En las elecciones de 2007, logró un mayor apoyo electoral y continuo a las reformas, al tiempo que inició algunos juicios contra maniobras golpistas militares. En 2010, puso en marcha una reforma constitucional para restringir la influencia de la judicatura sobre los poderes públicos (respaldada mayoritariamente en las urnas), y en 2011, logró el 50% de los votos.

A todo ello se une el importante crecimiento económico (eso sí, muy descompensado socialmente), la firmeza ante las maniobras involucionistas del anterior aparato estatal (apertura de los casos Ergenekon y Balyuz), y el inicio del proceso para solucionar de manera negociada el conflicto con el pueblo kurdo.

La otra cara de la moneda. El AKP ha desarrollado un proceso de restructuración neoliberal, hasta ahora con equilibrios, al tiempo que extendía el estado de bienestar, sobre en todo en educación y sanidad, a grandes sectores de la sociedad. Ejemplos son los proyectos de plantas hidroeléctricas, a las que se oponen las poblaciones locales y con altos costes medioambientales; el negocio del ladrillo-construcción, como en barrios de Estambul de donde se ha expulsado a sus habitantes realojándolos a kilómetros para construir en su lugar apartamentos y viviendas más caras; o megaproyectos como el tercer puente sobre el Bósforo (cuyo nombre genera el rechazo aleví), el mayor aeropuerto de Europa o el canal para conectar los mares Mármara y Negro.

En segundo lugar están las políticas socialmente conservadoras y con fuerte carga religiosa. La reforma educativa, con un mayor peso de la religión, las restricciones en torno a la venta de alcohol o el anuncio en el metro de Ankara contra los «besos en público» han cosechado el rechazo de importantes sectores.

Y en tercer lugar está la política exterior, sobre todo en torno a Irak y a Siria, donde ha dado un giro absoluto, pasando de su alianza con el Gobierno de Al-Assad a ser un sustento clave para los yihadistas que llegan a Siria. Esta muestra de apoyo a la oposición suní siria no ha sido bien recibida por alevíes o kurdos, como tampoco por otros sectores no suníes del país.

Las protestas han mostrado una inimaginable unión entre diferentes sectores: desde movimientos ecologistas, defensores de los derechos de gays y lesbianas, a simpatizantes y militantes de las dos fuerzas de la oposición, el CHP y el MHP, miembros de organizaciones sindicales y de la izquierda extraparlamentaria y de las minorías kurda y aleví. Hay hasta simpatizantes del propio AKP. Les une su rechazo al primer ministro, Recep Tayyip Erdogan.

Sin embargo, una visión más detallada nos permite percibir con más nitidez la realidad opositora. La debilidad manifiesta de los principales partidos opositores es un factor que juega a favor del AKP y de Erdogan. Pero sobre todo se observa una clara división entre los sectores que temen que Turquía se convierta en «un nuevo Irán» y que rechazan además el proceso iniciado con los representantes del pueblo kurdo (temor a la ruptura de «la unidad» del país), y aquellos sectores, kurdos y de izquierda, sobre todo, preocupados por la represión que ha ido en aumento en los últimos meses, con decenas de detenciones, juicios y persecuciones políticas.

Pero Erdogan cuenta también con otros enemigos, más allá de los kaymak tabaka, las clases medias altas. Nos referimos a EEUU y a sectores del propio AKP. Ha sorprendido la reacción de Washington, con un ataque de John Kerry y con la publicación en pocos días de al menos seis comunicados muy críticos con Erdogan.

El doble rasero de EEUU y de la propia UE no han pasado desapercibidos. Cuando desde Washington o Bruselas se dice que las protestas son acciones pacíficas de ciudadanos respetuosos con la ley ejerciendo el derecho a la libertad de expresión o cuando muestran su preocupación por la respuesta policial, muchos se acuerdan de la actitud de esos actores en Bahrein o en Grecia, por ejemplo.

El otro frente contra Erdogan se encuentra en torno al poderoso movimiento de Fetullah Gulen, que ante la llamada «troika del AKP» o «padres fundadores» (el presidente Gül, el viceprimer ministro Arinç y Erdogan) apuesta claramente por los dos primeros. Las críticas y ataques contra Erdogan se han sucedido desde este sector y sus medios de comunicación.

Mientras que este movimiento rechaza el proceso iniciado con el pueblo kurdo, EEUU observa con preocupación el camino «incontrolable» de Erdogan en política exterior (Siria, apoyo a Kurdistán Sur, relaciones con Hamas y Hermanos Musulmanes o su rechazo a la política de Israel). Ambos protagonistas buscan debilitar al actual primer ministro turco, erosionando su legitimidad al presentarlo como un dictador y/o un modeno sultán.

La percepciones en ocasiones no son la realidad. Los deseos de que esta protesta se transforme en una especie de «primavera turca», de momento no son más que eso, a pesar de esos intentos por presentar a Erdogan como una figura similar a Mubarak, sin apoyo popular y por tanto vulnerable a las protestas y manifestaciones populares.

En ese sentido, son penosos los intentos por presentar la actual Turquía como una realidad que necesita ser salvada de las manos de un dictador, utilizando para ello todo un abanico de distorsiones y mentiras informativas. ¿Es razonable pensar que estamos ante una revolución contra un Gobierno que ha introducido reformas para facilitar el acceso a la UE, que busca un acuerdo con los kurdos, que ha recortado la tutela y el poder de los militares, iniciando investigaciones y juicios sobre intentos golpistas o la red Gladio?

Desde sectores próximos a Erdogan se argumenta que los intentos del dirigente turco para acabar con el «régimen burocrático de tutelaje» cuentan con importantes detractores, teniendo en cuenta además que la oligarquía kemalista todavía conserva espacios de poderís. Estos defensores del anterior status quo estarían intentando aprovechar las protestas para debilitar y desgastar a Erdogan y al AKP, todo ello con la vista puesta en las próximas elecciones municipales, y sobre todo intentan poner fin al süreç o «proceso» kurdo, y evitar que se redacte y apruebe una nueva Constitución.

A pesar de que ha sido capaz de unir a diferentes sectores e intereses, otrora enfrentados, en contra suyo, es demasiado pronto para enterrar a Erdogan. Una gestión hábil de la actual crisis puede permitirle salir reforzado de la misma. Además, y a pesar de las tensiones internas y externas, y al cansancio de tantos años en el Gobierno, el AKP sigue siendo la principal fuerza política del país.

En los próximos meses la atención en Turquía estará centrada por las dinámicas domésticas y por el desarrollo de los acontecimientos en la región (sobre todo en Irak y Siria). El crecimiento económico puede continuar, pero al mismo tiempo las diferencias también se acentuarán, ya que no se reparten los beneficios por igual entre la población. El acuerdo de paz con el pueblo kurdo deberá sortear importantes obstáculos, sus enemigos son poderosos (como lo demuestra el reciente enfrentamiento en Sirnak, el primero desde el alto el fuego), pero puede llegar a fructificar.

Y serán claves, sobre todo, las próximas citas con las urnas, las elecciones locales en otoño de este año, el referéndum para aprobar una nueva constitución en el 2014 y las elecciones generales previstas para el 2015.

La polarización y las divisiones han marcado la política turca en las últimas décadas, unidas a la desinformación, los rumores, los discursos de odio y las teorías conspirativas. El proyecto del AKP, otrora un modelo para exportar a otros países musulmanes (compaginando una mayoría musulmana con una democracia secular), parece que ya no es del gusto de determinados actores internacionales.

Pero el actual matrimonio de conveniencia entre sectores populares de izquierda (cuyas banderas y pancartas protagonizan algunas marchas de estos días), kurdos (desconfiados ante la presencia cada vez mayor de banderas turcas), de seguidores de equipos de fútbol (en ocasiones rondando el hooliganismo), de partidarios de la intervención militar o de los sectores del chauvinismo turco, no es suficiente para poder presentar el devenir de los acontecimientos como la antesala de la «primavera turca», ni tan siquiera de un «verano turco».

Las protestas tienen su eco en Londres

La importante comunidad turca en Londres (500.000) también ha salido a la calle. En la céntrica plaza de Trafalgar Square hay concentraciones diarias. Banderas de sindicatos o de izquierda comparten espacio con insignias turcas y de algunos clubes de fútbol. Es una especie de microcosmos de lo que se vive en Turquía. Los que apoyan al Gobierno por motivos políticos o religiosos o los que alaban sus éxitos económicos son en Londres un tercio y no salen a la calle. Frente a ellos están los alevíes, que miran a Siria con preocupación; los kurdos, preocupados por el devenir del proceso y por la aparición masiva de banderas turcas y, finalmente, los sectores laicos. T.R.

El presidente Gul promulga ley que limita venta y consumo de alcohol

El premier turco se reunirá mañana con opositores; policías los reprimen de nuevo

Martes 11 de junio de 2013,

Ankara, 10 de junio.

El gobierno de Turquía anunció hoy en forma sorpresiva que el miércoles 12 de junio se reunirá por primera vez con representantes del movimiento que exige su dimisión desde hace 11 días, pero mientras tanto, la policía volvió a arremeter contra opositores reunidos en Ankara, la capital.

También la noche de este lunes, el presidente turco, Abdulá Gul, promulgó una ley que limita la venta y el consumo de alcohol, una de las medidas oficiales por las que los opositores acusan al gobierno de querer islamizar el Estado turco.

Durante la madrugada del lunes, la policía dispersó a opositores en varias ciudades, incluidas Ankara y Adana, aunque no se reportaron casos de lesionados.

Sin embargo, varios miles de personas volvieron a congregarse hoy en en la plaza Taksim de Estambul y en el centro de Ankara, la capital.

En la plaza Taksim de Estambul se han establecido campamentos de distintos grupos que animan la protesta contra la destrucción del también céntrico parque Gezi y a pesar de las incursiones policiales han mantenido sus tiendas de campaña.

Con gases lacrimógenos, la policía dispersó a varios cientos de ciudadanos que pretendían pasar la noche en el centro de Ankara, donde los opositores levantaron barricadas. La mayoría de los manifestantes huyeron después de dos cargas policiales.

Por la tarde, el consejo de ministros celebró una reunión que se extendió seis horas y al terminar, el viceprimer ministro, Bulent Arinc, anunció la decisión del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, de escuchar personalmente a los manifestantes que –además de rechazar el proyecto urbanístico de Estambul– acusan al jefe de la administración de gobernar autoritariamente.

El anuncio sorprendió a los manifestantes porque la semana pasada Erdogan acusó al movimiento de estar compuesto por extremistas yvagos, aunque también dio las primeras señales de querer atender las demandas populares.

Arinc aseguró que el gobierno se atendrá a las decisiones del Poder Judicial respecto al futuro de las obras en el centro de Estambul. Un tribunal local ordenó la suspensión de los trabajos el 31 de mayo en el parque Gezi, pero hay otras cuatro demandas sobre las cuales no se han pronunciado las autoridades jurisdiccionales.

FUENTE: LA JORNADA (MÉXICO)

Brasil exporta gas lacrimógeno para reprimir en Turquía

Bruno Fonseca y Natalia Viana

Agencia Pública

En 2012, cuado la inscripción Made in Brazil estampaba proyectiles de gas lacrimógeno utilizados contra manifestantes pro-democracia en Bahrein y había activistas que denunciaban inclusive la muerte de un bebe, supuestamente víctima del gas brasileño, el Ministerio de Relaciones Exteriores (de Brasil) anunció que investigaría si había existido alguna irregularidad en la exportación. Sin embargo, un año después, Itamaraty (la sede del Ministerio de Exteriores) informa que apenas si observa el caso, sin conducir investigación alguna o tomar medidas. En una respuesta indignada, un activista norteamericano-saudita escribió: “Itamaraty debe creer que somos ingenuos”.

A falta de restricciones a la exportación de armas no letales, el gas, fabricado por la empresa Condor SA, de Rio de Janeiro, es empleado ahora por la Policía de Turquía en la represión de las crecientes protestas contra el gobierno de Recep Tayyip Erdogan, que se extendieron por más de 60 localidades de todo el país dejando centenares de heridos y unos 2000 detenidos.

Amnistía Internacional confirmó el uso de gas lacrimógeno brasileño durante las manifestaciones, que se iniciaron después de una protesta pacífica contra la tala de 600 árboles en la Plaza Taksim en Estambul. La profesora norteamericana Suzette Grillot, que está en Ankara, fotografió uno de los proyectiles brasileños utilizados por la policía. “Un miembro de nuestro grupo encontró la cápsula en la noche de ayer (3 de junio) en Ankara”, relató a Agencia Pública.

El gas lacrimógeno brasileño viene siendo utilizado desde el comienzo de las protestas, el 31 de mayo, en Estambul. “Aquel día había apenas un pequeño grupo de ambientalistas. La policía invadió el parque a las cinco de la mañana, cuando el grupo dormía en tiendas. Los policías quemaron las tiendas y atacaron a los manifestantes con gas lacrimógeno”, cuenta un participante del movimiento Occupy Gezi, que prefirió no identificarse por miedo a represalias. “Los policías tendrían que apuntar los proyectiles de gas hacia arriba, pero apuntan a la gente. Algunos perdieron la vista por ser alcanzados directamente (por los proyectiles); otros recibieron los disparos en los brazos y las piernas. Hay centenares de videos mostrando los efectos del gas: lágrimas, náusea, vómito, dificultades para respirar”.

La oficina de Derechos Humanos de la ONU pidió a Turquía que condujese una investigación independiente sobre la conducta de sus fuerzas de seguridad en relación con las protestas. “Estamos preocupados por los relatos de uso excesivo de fuerza por agentes de la ley contra los manifestantes”, dijo una portavoz del Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Cecile Pouilly.

La cápsula fotografiada por la norteamericana Suzette Grillot y el resto de un proyectil lacrimógeno de largo alcance (GL 202) fue producido por Condor, líder en producción de este tipo de arma en América Latina. El  proyectil alcanza a una distancia media de 120 metros y tiene la capacidad de pasar por encima de obstáculos como muros y barricadas “para desalojar personas y disolver grupos de infractores de la ley”, según la descripción del propio fabricante. Sólo la mala utilización de los proyectiles, explica Condor en su sitio, puede causar daños serios en la salud –e incluso la muerte.

Otra foto tomada por los manifestantes muestra una granada lacrimógena de movimientos aleatorios (GL 310), también conocida como “bailarina”. Al tocar el suelo, la bomba salta y se mueve en diversas direcciones, desparramando el gas por un área grande y evitando, así, que el “blanco” la tire de regreso hacia las fuerzas policiales. El sitio de la empresa explica que la granada puede generar llamas de fuego en contacto con materiales inflamables.

Además de los proyectiles de largo alcance y de la granada “bailarina”, Condor produce sprays de gas lacrimógeno y de pimienta, bombas de humo, balas de goma y pistolas eléctricas incapacitantes, conocidas como “taser”. Condor es la única empresa brasileña que vende estos equipos al gobierno de Turquía, según divulgó su asesoría de prensa. En 2011, la empresa ya había confirmado la venta de armamento a los países árabes, aunque negó la venta directa a Bahrein. Entre sus clientes estaba el gobierno de los Emiratos Árabes Unidos, que envió tropas de apoyo al gobierno de Bahrein.

En abril de este año, Condor firmó otro contrato con el gobierno de los Emiratos por valor de US$ 12 millones a cambio de proveer 600 mil unidades de municiones no letales. El acuerdo fue anunciado durante la LAAD, la mayor feria de defensa y seguridad de América Latina, realizada en Riocentro en abril.

Menos de un mes antes del inicio de las protestas en Turquía, el gobierno brasileño apoyó un encuentro de empresas de armamentos nacionales con compradores extranjeros en Estambul. Durante la muestra Internacional de Defensa IDEF 2013, realizada entre el 7 y el 10 de mayo, la Agencia Brasileña de Promoción de las Exportaciones e Inversiones (Apex Brasil) y la Asociación Brasileña de las Industrias de Materiales de Defensa y Seguridad (Abimde) –cuyo vicepresidente, Carlos Frederico Queiroz de Aguiar, es presidente de Condor– montaron un vistoso stand en el pabellón de Brasil.

En la parte correspondiente a Condor, una vitrina exhibía variados proyectiles metálicos, granadas y latas de sprays coloridas, iguales a los que serían utilizados pocas semanas después en las calles de ese mismo país. Bajo el nombre de la empresa, con un cartel rojo, también fueron expuestas la granada “bailarina” y “diversas soluciones para la defensa” –según la jerga de la industra–, como los 13 tipos de munición incapacitante de 40 x 46 mm para lanzadores.

Interrogada sobre el incentivo a Cóndor y otras empresas brasileñas en Turquía, la Apex no respondió a Agencia Pública hasta el momento de esta publicación. De acuerdo con el periódico turco Sozcu, el ministro de Comercio Hayati Yazici informó que en los últimos 12 años el país importó 628 toneladas de gas lacrimógeno y spray de pimenta sobre todo de Brasil y los Estados Unidos. El valor de las importaciones llegó a US$ 21 millones.

En febrero de este año, la Abimde ya había participado en otra feria de armamento, esta vez en Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes Unidos. Nuevamente, Condor participó del evento como la única empresa brasileña productora de armas no letales.

Brasil firmó el 3 de junio el Tratado sobre Comercio de Armas (ATT, en inglés) de la ONU. De acuerdo con el texto, que busca la eliminación del comercio de armas a genocidas, terroristas y el crimen organizado internacional, “será regulado el comercio de armas convencionales, estableciendo criterios para la exportación y trayendo más transparencia a las transferencias”.

Considerado un gran avance para un país que evita la transparencia cuando se trata de la venta de armas brasileñas –el Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior se niega a divulgar números de empresas que exportan armas, por ejemplo–, el Tratado no tiene definiciones específicas sobre el comercio de armas no letales.

Los productos de Condor son vendidos a más de 40 países. Pero mientras la Apex incentiva la exportación a países como Turquía y los Emiratos Árabes, el uso de esas mismas armas no letales es cuestionado por la justicia brasileña. En noviembre del año pasado, la Procuraduría Federal de los Derechos de los Ciudadanos decidió investigar las consecuencias para la salud del uso de esas armas en el país. A pedido de la organización Tortura Nunca Más, de San Pablo, se creó un grupo de trabajo (GT) compuesto por representantes de los ministerios de Justicia, Defensa y Salud, y de la Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia de la República, además de las policías federales, estaduales y de las guardias municipales, para acompañar los proyectos de ley sobre el tema. Todo ello porque no existe una norma nacional para limitar conductas y garantizar el uso adecuado de tales armamentos.

El GT también debe realizar un estudio comparativo de los programas de entrenamiento policiales y estudios sobre las consecuencias para la salud de las personas alcanzadas, en especial por armas que utilizan electroshocks y componentes químicos. “Nuestros policías están usando este tipo de armas supuestamente no letales de manera ostensible”, dice Wilson Furtado, de Tortura Nunca Más San Pablo. “La Policía, en lugar de detenar a una persona, le tira enseguida, alcanzando principalmente a jóvenes que están protestando”.

El grupo pide una legislación que discipline y regule los armamentos no letales, definiendo los tipos de armamentos autorizados y las normas para la compra, el control, el empleo y el uso, además de mecanismos de información a los ciudadanos.

Las armas no letales de Condor son ampliamente utilizados por policías en todo el país –y por el gobierno federal. Programas federales compran tales armas, por ejemplo, para las UPPs en Rio de Janeiro y para las fuerzas policiales de 12 Estados involucrados en el programa “Crack, Es Posible Vencer” –incluyendo pistolas de choque como “tasers” y sprays de pimienta. Sólo con vistas a los megaeventos –la Copa de las Confederaciones y la Copa del Mundo de 2014, Brasil ya destinó R$ 49 millones a Condor.

En abril de 2012, según el Portal de la Transparencia, el gobierno federal gastó R$ 1,5 millónes en la compra de municiones no letales de Condor para uso del Ejército en la “garantía de la ley y del orden en los complejos de Alemão y de Penha”. Entre los ítems adquiridos había 1125 granadas explosivas de luz y sonido (GL 307), 500 granadas multi-impacto pimienta (GM 102) y 500 granadas fumígenas, 29,5 mil cartuchos de balas goma y 700 granadas lacrimógenas de movimentos aleatorios (GL -310) –la misma que se utilizó contra los manifestantes en Turquía–.

En junio, el gobierno compró armamentos a Condor para la seguridad de Rio+20 por un total de R$ 1.3 millones. Entre ellos, más de 900 sprays de pimienta, 1.3 mil granadas lacrimógenas triples, 870 granadas explosivas de luz y sonido, y 5 mil cartuchos calibre 12, con proyectiles de goma.

¿Cuán grave es lo que está pasando en Turquía?

Redacción – BBC Mundo – Lunes, 3 de junio de 2013

Empezó como una protesta por el derribo de unos árboles, pero creció hasta convertirse en la manifestación contra el gobierno de Turquía más grande y violenta en años.

Las movilizaciones empezaron cuando hace algunos días grupos ambientalistas se reunieron en el parque Gezi, cerca de la céntrica plaza Taskim de Estambul, después de que el gobierno cortara unos árboles en el marco de un plan de desarrollo urbanístico.

¿Taksim es Tahrir?

¿Es este el Tahrir turco, es decir, una versión turca de la Primavera Árabe egipcia? No, a menos que los trabajadores participen, dice el analista de la BBC Paul Mason. Turquía tiene un gran movimiento obrero, y una gran población urbana pobre, y el lunes es un día de trabajo. Varios sectores están amenazando con una huelga general. Así que habrá que seguir los acontecimientos. Sin duda, es ya algo más que la versión turca del movimiento Occupy.

Además, agrega Mahmut Hamsici, del Servicio Turco de la BBC, el caso turco no tiene un componente político tan marcado como el egipcio, donde los Hermanos Musulmanes tomaron preponderancia.

Nuevamente, habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos y si algún partido político toma la delantera en este fenómeno, hasta ahora, heterogéneo.

A los ambientalistas se les sumaron jóvenes, opositores y diversos ciudadanos indignados con lo que consideran un gobierno autoritario, encabezado por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), una agrupación de centroderecha con raíces islamistas.

Las movilizaciones volvieron la mirada del mundo hacia un país considerado un bastión de estabilidad en una región convulsa y volátil.

La policía reaccionó a las protestas con cañones de agua y un uso desmedido de gases lacrimógenos, lo que dejó decenas de heridos. Eso fue el detonante de una marea humana que se volcó a las calles de Estambul, Ankara (la capital turca) y otras ciudades para exigir la renuncia de Erdogan, al que llaman “dictador” y al que le critican su estilo desafiante.

Las autoridades dicen que más de 1.700 personas han sido detenidas en manifestaciones en 67 pueblos y ciudades, aunque muchos ya han sido liberados.

Mahmut Hamsici, periodista del Servicio Turco de la BBC, explica que aunque parece muy poco probable que consigan derrocar a Erdogan -que aún cuenta con gran apoyo de los sectores conservadores- las marchas han logrado un fuerte efecto psicológico entre la atomizada oposición, insuflándole optimismo y una sensación de que un cambio es posible.

La mayoría de los manifestantes son “jóvenes laicos y apolíticos de clase media que nunca protestaron en su vida y que ahora sorprende verlos lanzar piedras a la policía”, explica Hamsici, aunque la multitud de manifestantes es heterogénea y aglutina a grupos nacionalistas seculares, sindicatos, nacionalistas kurdos y activistas gays y lesbianas.

El eslógan principal -presente en redes sociales, carteles y banderas- es “todos somos hijos de Ataturk”, en referencia al hombre considerado como el padre de la Turquía moderna. Es decir, somos una república laica y estamos preocupados por el uso autoritario del poder del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, junto con una islamización progresiva.

REUTERS/Umit Bektas  – Manifestantes se refugian de los gases lacrimógenos lanzados por la policía turca para reprimir las protestas contra Erdogan.

Suma de enojos

Los motivos de descontento son variados. Como explica Hamsici, se trata de una “suma de enojos”:

    El más inmediato es el plan para el parque Gezi y otros proyectos de desarrollo como la construcción de un nuevo puente sobre el Bósforo en Estambul, a pesar de que el impacto ambiental no ha sido suficientemente analizado. El puente fue inaugurado con una pomposa celebración y se le dio el nombre del sultán Selim el Severo, el adversario más cruel de alevitas y chiítas en la historia otomana.

    Un antecedente de esta ola de protestas fue la prohibición de celebrar el 1º de Mayo pasado en la plaza Taskim. Eso desató protestas que terminaron con represión policial y al menos 28 heridos.

    Otro motivo es lo que califican de islamización e intromisión en el estilo de vida turco, como la reciente prohibición de vender bebidas alcoholicas, la intención de prohibir el aborto o la construcción de una mezquita gigante en Estambul.

    También la intención de Erdogan de reformar la constitución para pasar de un sistema parlamentario a uno presidencialista y así volverse el primer presidente elegido directamente en la historia turca.

    A muchos les preocupa el traslado del conflicto de la vecina Siria luego de que en la ciudad fronteriza de Reyhanli el 11 de mayo pasado un doble atentado con coche bomba dejara 53 muertos.

Twitter, la “amenaza”

Erdogan dijo que “las redes sociales son la peor amenaza para la sociedad”.

Erdogan llamó a la calma este lunes y dijo que los últimos cuatro días de protestas contra el gobierno no constituyen una “Primavera Turca”.

En una conferencia de prensa antes de un viaje a Marruecos, dijo que las protestas fueron organizadas por extremistas y acusó a la oposición de provocar “a sus ciudadanos”.

Además les echó la culpa de las marchas a las redes sociales. “Ahora hay una amenaza que se llama Twitter”, dijo Erdogan.

“Los mejores ejemplos de mentiras se pueden encontrar allí. Para mí, las redes sociales son la peor amenaza para la sociedad”, dijo y calificó a los manifestantes de “elementos extremistas”.

Es que los manifestantes, en gran medida, se han volcado a Twitter para organizarse, alentarse y ofrecer ayuda a los detenidos y heridos.

Aunque en casi todas las marchas en el mundo esta red ya es un elemento omnipresente, en el caso turco su importancia aumenta dado que los medios nacionales no están mostrando lo que pasa dado que las empresas periodísticas más importantes son propiedad de grandes grupos de capital que están bajo la presión del gobierno.

Muchos periodistas perdieron sus trabajos en los últimos días y otros incluso terminaron presos. Por eso las protestas también son contra los medios, y ha habido manifestaciones frente a los principales medios.

¡Las mujeres también resisten!

Unas mujeres turcas durante una manifestación en la plaza Taksim de Estambul (Turquía), 7 de junio de 2013. -GURCAN OZTURK (AFP)

Colectivo Feminista Socialista

Desde Estambul

Avanti, 01/06/2013

¡Las mujeres se rebelan! ¡Y no nos detendréis con gases, tanques y porras! Las mujeres resisten con los demás grupos oprimidos desde hace dos días. Trabajadores, kurdos, LGBT, alauitas, musulmanes, no musulmanes, ateos y todos los oprimidos/as, explotados/as, insultados/as y condenados/as como “traidores” están rebelándose en Turquía. La resistencia que ha comenzado en el parque Gezi de la Plaza Taksim en Estambul está desbordándose y extendiéndose a numerosas ciudades.

Un signo de los tiempos: numerosas mujeres participaron de las manifestaciones.

Nosotras, las mujeres, estamos en primera línea de esta resistencia. Nos sumamos a la rebelión porque:

– El primer ministro Tayyip Erdogan y su camarilla han intentado promover el linchamiento de las mujeres por los hombres;

– Han tolerado el asesinato de mujeres por hombres con su ley sobre las “provocaciones injustificadas”;

– No han abierto lugares de acogida para permitir a las mujeres escapar a la violencia doméstica de los hombres;

– Han estigmatizado a las mujeres violadas y acosadas tratándolas de inmorales y de no castas;

– Han presionado a las mujeres violadas para que den a luz hijos producto de esas violaciones;

– Han calificado el aborto como asesinato;

– No han abierto guarderías y en vez de ello han impuesto a las mujeres dar nacimiento al menos a tres niños;

– Nos han condenado a la pobreza, al trabajo precario, a los empleos inciertos y a vivir en condiciones cercanas a la esclavitud;

– Han definido el trabajo doméstico como el deber de las mujeres;

– Han atacado sin piedad a las mujeres y las familias que vivían de forma independiente de los hombres con sus leyes.

Pero nosotras, mujeres, ¡resistimos!

Porque el primer ministro Tayyip Erdogan y su camarilla nos han condenado a sufrir la opresión y la explotación de los hombres, llamamos a todas las mujeres a salir a la calle y a rebelarse por nuestra liberación!

Un estallido de furia contenida por diez años

Activistas mueven una roca a una barricada durante una protesta contra el Gobierno, jueves 6 de junio de 2013, en Estambul (Turquía). Docenas de turcos acusados de usar sus cuentas de Twitter para incitar a una protesta fueron liberados, a su vez que el número de muertos por día en las protestas contra el Gobierno se elevó a cuatro. ERDEM SAHIN (EFE)

Por Fulya Ozerkan

Desde Ankara

Agence France–Presse (AFP), 03/06/2003

Las protestas en Estambul y en decenas de ciudades turcas, originadas por un pequeño grupo de militantes, reflejan el enojo de una población harta del poder autoritario que desde hace diez años ejerce el gobierno islamista conservador de Recep Tayyip Erdogan.

Manifestante con la efigie de Kemal Ataturk, fundador de la República laica, que acabó con el Califato,prohibió el uso del velo de las mujeres, abolió las leyes islámicas (sharía) y cerró las escuelas religiosas.

Desde la extrema izquierda a la derecha nacionalista, todo el espectro político unió en los últimos días para invadir plazas al grito de “¡Dictador dimisión!”. Todos expresaron la ira acumulada contra la política del gobierno, exacerbada además por la violenta represión policial.

“Estas manifestaciones no son obra de un puñado de militantes o de una organización, sino la expresión de una generalizada frustración de gente de todas las corrientes políticas”, explicó el politólogo Ilter Turan, de la universidad privada Bilgi, de Estambul.

“Es un movimiento popular sin precedente, súbito, (…) producto de la frustración y la decepción de los sectores laicos de la sociedad, que carecen de influencia sobre la vida pública desde hace 10 años”, agregó Sinan Ulgen, analista de la fundación Carnegie Europe.

El islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) llegó al poder en 2002 en una Turquía exhausta por una crisis financiera y por la inestabilidad política generada por las intervenciones de los militares en la vida pública. Su gobierno multiplicó por tres el ingreso por habitante gracias a un crecimiento que superó el 8% en 2010 y 2011, generalizó el acceso a la educación y la salud, y relegó al ejército a los cuarteles.

Pero también hizo ingresar la religión en el espacio público, ante la inquietud de los defensores de la república laica. El velo islámico fue autorizado en algunas universidades. El virtuoso pianista Fazil Say fue condenado por blasfemia por una serie de tuits en los que ironizaba sobre la religión. La semana pasada, el gobierno hizo votar una ley que prohíbe la venta de alcohol cerca de las mezquitas y las escuelas. La lista es larga, sin contar con los intentos por limitar el derecho al aborto o prohibir el adulterio. Muchos manifestantes expresaron su hartazgo ante un poder que, dicen, quiere “imponerles una forma de vivir”. Por su parte, la izquierda y la extrema izquierda también denunciaron la represión ejercida por las autoridades, bajo pretexto de la lucha contra el terrorismo, con miles de personas detenidas.

Todos acusan a un poder cada vez más autoritario, amparado por sus éxitos electorales. Frente a una oposición totalmente superada, el partido de Erdogan ganó las elecciones generales de 2007 y 2011, con 47 y 50% de los votos, respectivamente.

Obligado por las normas del AKP a renunciar a la jefatura de gobierno en 2015, Erdogan no esconde su ambición de aspirar el próximo año al cargo de presidente, que será electo por primera vez mediante sufragio universal.

“La ola de protestas en la plaza Taksim ha afectado por primera vez la imagen todopoderosa del primer ministro”, escribió ayer el editorialista Murat Yeykin, del Hürriyet Dailynews.

Entrevista a Kemal Okuyan, miembro del Comité Central del PC de Turquía

“Esto es un levantamiento del pueblo. El pueblo está enfadado”

Editor Jefe del diario Sol y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Turquía (TKP), Kemal Okuyan ha respondido a varias preguntas sobre la lucha del parque Gezi, que ha resultado un gran avance. Okuyan clarifica con sus respuestas una serie de cuestiones que se han debatido recientemente, tales como “¿hacia dónde se dirige Turquía?”, “¿existe una situación revolucionaria?” o “¿son los recientes acontecimientos la “primavera” turca”?

¿Se esperaba un movimiento social de esta magnitud?

Históricamente, los grandes movimientos sociales son en general movimientos que no se pueden prever. Si los límites de algo se pudieran predecir, los actores vinculados a ello se prepararían para ello, con aportaciones negativas o positivas, tratarían de controlar los resultados. Cuando esto ocurre, una sombra de ficción cubre al movimiento. El avance que puede cambiar la balanza de poder existente no puede realizarse y, como resultado, no nace un gran movimiento social. Nadie podía estimar las dimensiones de lo que estamos viviendo ahora mismo. El gobierno no podía. La oposición mayoritaria tampoco, ni tampoco la izquierda. Sí existieron algunos indicios, hay quien fue capaz de darse cuenta de que los acontecimientos llegarían a un punto crítico, pero nadie fue capaz de prever lo que está ocurriendo ahora. Esto es importante. El clima político e ideológico de Turquía es hoy diferente al de hace 4 o 5 días. No es completamente diferente al de entonces, pero sí ha cambiado a una escala que no puede subestimarse.

¿Qué es lo que hay tras la prevalencia y profundidad del movimiento?

De forma directa, desnuda, es la culminación, a un nivel increíble, de la reacción, incluso del odio, hacia el gobierno del AKP y, especialmente, hacia Erdogan. Pensábamos que sabíamos esto, pero había algo que olvidábamos: este odio hacia Erdogan se ha solidificado, se ha acumulado a la vez que Erdogan aumentaba su arrogancia, solidificaba su impunidad. Por otra parte, todo el mundo pensaba minusvaloraba este odio, dado que no se utilizaba o parecía que no tenía uso. Pero el odio no es un sentimiento que se pueda subestimar Si encuentra un canal, saldrá a la luz. Tayyip Erdogan no puede estar orgulloso de sí mismo, se ha convertido en un foco de atención como pocos antes en la Historia.

¿Es esto tan sencillo, en otras palabras, puede todo esto resumirse en ira contra Erdogan?

Por supuesto que no, pero hay que tenerlo en cuenta. Como ejemplo, si no existiera una figura tan dominante como él, digamos, que fuese Abdullah Gül quien encabezara el AKP, el nivel de la reacción habría sido más normal. Pero tampoco debería verse esto como si no existieran elementos ideológicos. Erdogan es un catalizador y tiene un efecto multiplicador, pero el movimiento tiene como objetivo ajustar cuentas ante los elementos fundamentales de la mentalidad que plasma el AKP. Con al excepción de la base de clase, la reacción y el colaboracionismo han sido su base ideológica y Erdogan se ha puesto en el centro. El Primer Ministro dice “Esto no es sobre los árboles”. No puedo creer que haya dicho esto. A partir de cierto punto, no se trata de los árboles o del parque Gezi. Esto fue la gota que colmó el vaso. Él no se da cuenta del nivel de ira y odio que ha creado.

La característica dominante del AKP es estar a favor del mercado. ¿Dónde está la falta de conexión aquí?

Bien, realmente no podemos evadir el asunto diciendo simplemente que ésta es la reacción de la clase media. Si la reacción de la clase media ha llegado a este nivel en Turquía, deberíamos comenzar a pensar en otras cosas. De acuerdo, hay un carácter de clase media en esto, pero ha habido una importante movilización en los barrios obreros, particularmente en Estambul y Ankara. Si olvidamos lo que hemos sabido todo el tiempo y hablamos improvisadamente, cometeremos errores. En primer lugar, el impacto político e ideológico, tanto en términos de ideología burguesa como socialista, tiene que superar el obstáculo de la clase media. Aquí hay que tomar muy en cuenta la cuestión de la lucha por la hegemonía. Si todo el mundo etiqueta este amplio terreno como quiere, será un gran error. La izquierda ha estado durante años viendo este campo y analizándolo como “turcos blancos”. El rigor ideológico es importante, igual que la sensibilidad de clase. Pero también necesitamos evitar la simplificación. En segundo lugar, está la estructura de la clase obrera en Turquía. Hay límites a la organización en el centro de trabajo de un movimiento obrero de masas que es inestable, que se mueve y a la vez se tiene que enfrentar al desempleo. Es hora de mirar al centro de trabajo con una nueva lógica. Hemos transferido la clase obrera a la estructura sindical pero los sindicatos tampoco tienen una base sólida. Todo el país se ha levantado y los sindicatos no están ahí. ¡No hay herramienta que pueda activar a la clase obrera como dirigente, como fuerza dominante! En anteriores incidentes en los que esto se logró mediante estructuras políticas se produjeron absolutos éxitos. Decenas de miles de personas que eran etiquetadas como “clase media” han planteado demandas que se basan en un eje anticapitalista. La razón es que la mayoría de estas personas son personas cuyo trabajo es explotado.

¿Es inocente el movimiento o hay planes “más profundos”?

Algunos de los medios de comunicación “oficiales” dicen que se han movilizado fuerzas malvadas para un levantamiento organizado. Si éste hubiera sido el caso, el resultado hubiera sido distinto. Pueden estar tranquilos. Esto es simplemente una explosión de ira. Los actores políticos que comparten esta ira han sido, obviamente, capaces de conectar fácilmente con esta ira general y se han puesto al frente en los terrenos en las que ya había conexión o en las que ya estaban organizados. Pero esto no debería exagerarse tampoco. Los buscadores de conspiraciones debería buscar en otro sitio, exactamente entre ellos mismos. Está muy claro que hay un intento de modificar, de determinar las políticas de Tayyip Erdogan. Los EEUU por varias razones, la secta de Fethullah Gülen por otras razones. Tanto en política exterior como interna, tratan de hacer que Erdogan vuelva a ser controlable. Erdogan es alguien que no asume las cosas fácilmente. No puede tampoco mantenerse coherente. Lo logró en parte en el asunto de Reyhanli pero no fue suficiente. En el tema del parque Gezi, los EEUU, el gran capital y la secta de Gülen, al dejarlo vulnerable y sin defensa, le han mostrado el resultado del asunto de Reyhanli. No estoy seguro de que haya captado el mensaje. La pasada semana, se mencionaba continuamente el nombre de Sarigül como candidato a la alcaldía de Estambul (Sangül es el alcalde de un distrito de Estambul, un socialdemócrata con fuertes vínculos con algunos sectores capitalistas). La nueva relación entre el CHP (principal partido de la oposición) y la secta de Gülen se menciona continuamente en los “medios sociales”. Si juntamos todo esto…

¿Se podría utilizar la analogía de la “primavera turca”?

La referencia a la “primavera turca” en los medios imperialistas es un mensaje a Erdogan. En el fondo, están contentos con Erdogan y no planean sustituirlo, pero también le recuerdan sus límites. Tras los recientes acontecimientos, las políticas de Erdogan sobre Siria e Irak necesitan cambiar. Creo que su aventura presidencial también ha terminado. Una posibilidad es que la relación entre Erdogan y la secta de Gülen comience a mejorar y se establezca una consolidación política e ideológica contra la reacción social que ha emergido, que se unan. Por supuesto, esto llevará tiempo. Por otra parte, la ira de Erdogan puede durar más y puede responder a la secta de Gülen. Esto crearía interesantes resultados. Pero no es posible esperar que Erdogan juege al político razonable dado que un Erdogan alicaído no es útil para nadie.

¿Es ese el significado histórico de los acontecimientos?

Absolutamente no. Nadie debería hablar mal de este movimiento. Esto es un levantamiento del pueblo. El pueblo está enfadado. Quienes subestiman a la oposición a Erdogan y al AKP deberían comenzar a reconsiderar su percepción. Quienes piensasn que habrá paz y democratización con Erdogan deberían hacer lo mismo. Todos sus planes han fracasado. No escuchen a esos análisis. Esto es un movimiento social. Algunas fuerzas políticas intentan utilizar este movimento para intimidar al gobierno, no para buscar un nuevo futuro. Pero esto no parará aquí. Los recientes acontecimientos han ayudado al movimiento organizado del pueblo. Dejaron a Erdogan sin apoyo porque, de otra forma, atraerían la ira contra sí mismos. Han tenido mucho cuidado. Han utilizado algunos trucos, por ejemplo la desenfrenada brutalidad policial.

¿Estaba preparada la izquierda turca?

Siempre es controvertido lo que significa “la izquierda” en Turquía. Algunos grupos de izquierda no tienen ninguna preocupación política. Hay algunos grupos que no están interesados en, o que desdeñan los acontecimientos. No quiero hablar mucho sobre ellos. Las fuerzas políticas con preocupaciones políticas serias no estaban preparadas para dirigir los acontecimientos. Pero este movimiento no es ajeno a la izquierda. Como dije en muchas localidades, la izquierda organizada ha conducido al pueblo.

Hay algunos que no están contentos con la intervención de la izquerda. No están cómodos con las identidades políticas, banderas o pancartas de partidos.

Esto no es sorprendente si tienes en cuenta la espontaneidad del movimiento. Por otra parte, en la mayoría de sitios la gente pide la coordinación de una organización. Si tienes en cuenta la envergadura de los acontecimientos, la contribución directa de la izquierda organizada es limitada pero la determinación del pueblo depende de las fuerzas de izquierda. También hay un ego intelectual que es alérgico a la idea de la izquierda organizada. Quieren monopolizar este escenario. No les tomamos en serio. Tenemos intelectuales honestos que resisten contra este gobierno. La izquierda debería apoyarlos pero no a quienes son hostiles a las políticas de izquierda y a la idea de algún tipo de organización política.

Hay dos elementos de este movimiento: fans del fútbol y alcohol…

La participación de fans del fútbol ha inyectado energía al movimiento. Sin embargo, esto hay que analizarlo junto con otros factores. Esta energía ha causado algunos problemas. El insulto a las manifestaciones políticas, que no ha sido el caso de Turquía, puede ejemplificar estos problemas. Yo mismo he observado esto: nuestras simpatizantes mujeres que critican algunos de nuestros textos o artículos periodísticos por tener un “discurso masculino” proferían palabras sexistas. Esto, por supuesto, puede explicarse por la amplitud de la rabia, pero el movimiento socialista debería imponer su propia cultura. En el asunto del alcohol también… Desde que Erdogan trata de prohibir las bebidas alcohólicas, el alcohol se ha convertido en un asunto de libertades. Pero esto debería politizarse. No puedes luchar contra la opresión llevando botellas de cerveza en las manos. Por eso pienso que la decisión del TKP de no permitir la ingesta de bebidas alcohólicas en las manifestaciones es muy importante.

¿Cómo podemos definir estos incidentes? ¿Se trata de una crisis revolucionaria?

No. Claramente es una explosión de una gran energía social. Es poderoso en amplitud y efecto, pero hay algunos criterios marxistas que definen una situación como crisis revolucionaria, y estamos muy lejos de ella. Al menos por ahora…

(Traducción del PCPE)